Hay un dicho –que en la política es regla de oro- que reza que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.
El candidato a la alcaldía de Guadalupe, por el Partido Acción Nacional (PAN) ha vivido del erario desde el 2000 ocupando cargo tras cargo, cuatro ocasiones que ha sido diputado, en 2003 al 2006 diputado local, en 2009 al 2012 diputado local de nuevo, en 2012 a 2015 diputado federal, en 2018 a 2021 diputado federal.
Su vida ha estado llena de escándalos, como cuando se descubrió en su momento que la esposa trabajaba en el gobierno del Estado.
Después vino un escándalo sexual en plena campaña de 2015 que, por sí mismo, es vergonzoso tocar el tema, pero no pasa desapercibido el hecho.
Y el caso más reciente en 2020, una denuncia de la priista Lorena de la Garza, contra el panista por violencia política de género tras unas declaraciones que realizó contra la alcaldesa de Guadalupe Cristina Díaz y la legisladora federal Tatiana Clouthier.
Lo más extraño es que el PAN haya abierto siquiera la posibilidad que Robledo pueda encabezar su candidatura en Guadalupe, es obvio que ese antecedente deja mal parado al partido de la moralidad en su doctrina.
Lo lamentable de todo esto es que más allá de fundadas o infundadas las acusaciones en contra de Alfonso Robledo, su partido y principalmente las mujeres de acción nacional, según ellas, siempre de la defensa de los derechos de las mujeres, guardan un silencio cómplice.
Muchos quisieran que esto sea parte de la guerra sucia que se da en campañas electorales, no puede ser parte de una campaña sucia en contra del candidato Poncho Robledo, ya que los hechos si sucedieron y son reales.
Alfonso Robledo es el equiparable a Félix Salgado Macedonio que contó durante todo este tiempo con la complicidad de su partido.
A pesar de las denuncias, señalamientos y escándalos, seis años después repite con su candidatura gracias a que es influyente en el partido azul y cuenta con el cobijo de su cuñado Mauro Guerra, que también se dice protector de los derechos de las mujeres.
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